La vicepresidenta de asuntos económicos no muestra intención alguna de modificar sus optimistas previsiones ni de crecimiento ni de empleo. Se empeña Calviño en llevar la contraria a todos y cada uno de los organismos, servicios de estudios y economistas que regularmente publican expectativas. Ahora lo han hecho BBVA y Funcas. Para ambos, la economía española crecerá este año poco más del 5 %, frente a la previsión del Gobierno que lo sitúa en el 7 %. En cuanto a la tasa de paro, la estimación es que seguirá en el entorno del 14%, por lo que seguirá siendo la más alta de la UE con reforma laboral antigua o nueva. Las dos entidades tienen claro que el PIB anterior a la crisis de la pandemia no llegará hasta el año 23. Incluso en los últimos días, tanto el Banco de España como la Airef dan por hecho que la aportación de los fondos europeos al crecimiento de la economía española será muy pequeña.
La razón es la pésima gestión que está haciendo el Gobierno de los recursos que llegan de Europa y que se ha convertido en otro de los rasgos de la ineficacia que está demostrando Calviño, que en teoría era la miembro del Gobierno que más tranquilidad y heterodoxia proporcionaba. La realidad es que la mitad de los fondos europeos se quedarán también este año sin ejecutar, que se están ocultando a los ciudadanos informes importantes sobre los compromisos que el Gobierno ha adquirido con Bruselas en materia de pensiones y empleo y que una parte importante del dinero se está dedicando a materias que nada tienen que ver con la modernización o digitalización de la economía.
Eso sí, el Ejecutivo sigue haciendo anuncios-trampa como el bono joven del alquiler que, después de muchos números y requisitos, llegará si acaso a poco más de 70.000 jóvenes y no precisamente residentes en ciudades con precios más altos, es decir en las grandes ciudades. Y continúa, por otro lado, poniendo palos en la rueda de la recuperación de muchos sectores como los autónomos o el campo.