El Gobierno ha acordado fijar el precio máximo de los test de antígenos a 2,94 euros y lo ha hecho casi un mes después de las Navidades, cuando la demanda superó a la oferta y el coste de estas pruebas se disparó, provocando, además, una escasez que obligó al Ministerio de Sanidad a tomar medidas excepcionales para garantizar el abastecimiento, pero ahí se quedó todo. Mientras, las farmacias han seguido haciendo pedidos a los proveedores para garantizar el suministro. Y ahora, cuando la situación está normalizada y cuentan con un stock suficiente para surtir a la población, llega el Ejecutivo y, sin tener en cuenta lo que los farmacéuticos han pagado por estos test, decide limitar el precio, sin importarle las pérdidas que va a ocasionar a las farmacias, porque eso siempre le ha dado igual, como ya demostró con las mascarillas, pero nosotros, los de siempre, los seguiremos pagando mucho más caros que los ciudadanos de los países de nuestro entorno y no podremos, como ellos, adquirirlos en supermercados, por razones imposibles de entender.
Antígenos: tarde y mal
María Luz García | Palma |