Las grandes compañías tecnológicas pueden con todo. En su afán avasallador, han dominado incluso el efecto negativo de una pandemia que ha dejado maltrecha a la economía en su conjunto. Un estudio muestra que las más importantes tecnológicas están saliendo más reforzadas tras la pandemia. Apple –la más beneficiada–, Amazon, Microsoft y Google han visto dispararse el valor de sus marcas en cifras escandalosas. Se habla de un valor de las marcas globales que superaría los dos billones de euros; algo a sí como dos veces el PIB de España.
De nada ha servido el que la reputación de las citadas compañías haya sido puesta en entredicho debido a las críticas y las multas que han recibido por sus prácticas monopolísticas, abusos fiscales o vulneraciones de la privacidad de los datos de los millones de usuarios. Su poder mundial, crecido durante la pandemia, estaría hasta cierto punto siendo valorado por unos ciudadanos rendidos ante los servicios que ofrecen los gigantes. En tales circunstancias, poco parece importarle a una mayoría de carácter borreguil el que se utilicen sus datos más personales o que se les perjudique indirectamente por las maniobras fiscales llevadas a cabo por las compañías.
Se ha llegado a un momento en el que ni los mismos poderes políticos pueden controlar el creciente poder económico acumulado por las grandes tecnológicas. Hagan lo que hagan, gran parte de la ciudadanía universal confía por unas u otras razones en el quehacer de ellas. Los expertos establecen que las citadas compañías se han convertido en corporaciones digitales de alcance planetario. Mientras, a balar y aguantarse.