En Regreso al futuro II, Biff aprovecha un descuido de Marty Mc Ffy y Doc para subirse en el DeLorean y, desde 2015, llevarle a su yo de 1955 un almanaque con los resultados de las carreras celebradas en los últimos 50 años. Eso provoca una alteración del espacio temporal y genera un universo paralelo al de 1985 donde –igual que en Qué bello es vivir– la realidad, aunque aparece diferente a la esperada, sigue siendo reconocible por una serie de hechos y situaciones que no han cambiado del todo. Aquí, sin saber si por la existencia de algún científico emprendedor como Doc (en Regreso...) o por la desesperación de algún George Bailey (en Qué bello...) es como si, desde hace dos años, fuéramos dando tumbos entre el tiempo y el espacio habitando mundos que no llegamos a determinar, a ciencia cierta, si son universos paralelos o proyecciones distorsionadas.
O simples recuerdos confusos de un sueño. O reflejos de imágenes vistas en los cristales de espejos del Callejón del Gato. Es posible que algo sucediera y diera lugar a unos años 2020, 2021y 2022 alternativos o que, esos tres años, sean en realidad uno pero vivido en universos paralelos. Así, hay quienes proclaman haber visto militares patrullando las Avenidas o frente a la puerta del bar Bosch y quienes juran que lo que hacían los militares era vacunar. Hasta dicen tener pruebas gráficas, pues esas imágenes se publicaron en las portadas de los periódicos. Pero ya se sabe que, cuando viajas en el tiempo, las fotografías de los periódicos también cambian.
Y que caen personajes conforme vas y vienes alterando hechos. De ahí lo de las vacunas. Según a quién escuchas, había vacunas o no había. Según qué relatos, había ataúdes en pabellones como IFEMA. Pero otras personas recuerdan a gente que iba a los pabellones a vacunarse. Habrá que esperar al final de la película para saber qué tiempo fue el real.