Lo de las vacunas va a ser un chiste al lado de la irrupción de las tecnologías implantadas en nuestro cerebro. A estas alturas creo que todos hemos leído la entrevista a Rafael Yuste y Darío Gil, publicada el cinco de enero en El País.
En menos de lo que nos pensamos, los móviles serán objetos obsoletos como hoy en día lo son los CD o los teléfonos fijos. La conexión a internet, es decir, al mundo de hoy, ya no dependerá de un aparato ajeno a nuestro cuerpo. No emplearemos nuestros dedos para interactuar en el mundo digital, sino nuestra voz interior. Seremos seres híbridos, aumentados, y la brecha que ahora separa a las generaciones no digitales de las digitales crecerá como los beneficios de Pfizer o Amazon.
Nos encaminamos hacia una sociedad políglota en la que todos saben de todo. Si su ilusión era convertirse en traductor o psicólogo, vaya pensando en cambiar de oficio. Y no descarte que los progresistas de hoy acaben siendo los neoconservadores de mañana, nostálgicos de lo analógico. En veinte años el mundo será una novela de Philip K. Dick. Espero que me pille jubilado.