El profesor argentino Marcelo Gullo, en su sugerente obra Madre patria, que ya cité en mi anterior artículo, refiere que la Internacional comunista de 1929 programó para Sudamérica que sus militantes propugnaran la creación de repúblicas indígenas independientes. Tanto Manuel Ugarte como José Vasconcelos, intelectuales argentino y mejicano, respectivamente, se preocuparon del proyecto de aquella organización comunista, que para su fin debía fomentar las lenguas indígenas, lo que entendían iba en detrimento del español; provocando por ello se decidieran alzarse contra este plan soviético, que consistía en fragmentar el territorio de los Estados de América del Sur; lo que resultaba facilitado por el fraccionamiento lingüístico indígena; y también contra el silencio de EEUU, a quien iba muy bien la atomización ajena, por el divide y vencerás. Oponiéndose a la idea de fomentar las lenguas indígenas porque al final, intuían, que se provocaría la sustitución del español. Entendiendo, pues, lo que no han comprendido todavía la mayoría de los políticos españoles actuales, cuando se han encontrado ante una situación análoga.
La Biblia, en Génesis, 11, ya introduce la problemática de las lenguas; refiriendo que al hablarse una misma lengua en toda la tierra unos constructores pudieron convenir edificar una torre cuya cúspide tocaría el cielo. Nada les impediría llevar esa empresa a cabo. Mas, al confundirse, por Yahvé las lenguas, unos y otros terminaron dispersos por esos mundos, abandonando la edificación iniciada al no poder entenderse. Sin la confusión lingüística hubieran podido seguir la empresa. Pues es necesario un buen entendimiento para llevar a cabo obras ambiciosas.
Ugarte, explica Gullo, toda su vida insistió en que «se debía estudiar y escribir en castellano –hoy mejor español– porque la fragmentación lingüística precedía a la balcanización política.» «La fragmentación lingüística –sigue Ugarte– es una herramienta de las potencias hegemónicas para romper la unidad de los otros Estados. Cuando se pretende dividir una nación que tiene una lengua común establecida, se comienza introduciendo la pluralidad tanto en la escuela como en las universidades. Luego, poco a poco, se excluye de esas mismas escuelas y universidades la lengua común del Estado.» Ugarte temía para Hispanoamérica lo que está sucediendo en nuestros días en España.