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El nuevo Passeig Marítim

| Palma |

Han pasado tres cuartos de siglo desde que las autoridades franquistas planificasen la transformación de la costa del poniente de Palma. Era el fin de sus acantilados y de las casas señoriales y hoteles de lujo junto al mar, donde llegaban las vetas de agua dulce (s’Aigo Dolça) desde las lomas de Bellver. Con criterio militar iba a construirse el Dique del Oeste, brazo protector de la bahía. El franquismo temía el aislamiento internacional y aplicaba un criterio defensivo a sus obras públicas.

Aquella ocupación de terrenos al mar tenía que ser una ‘carretera de enlace’ entre la ciudad y el futuro dique, macroproyecto de los años cuarenta que produjo la llegada masiva de inmigrantes para su construcción, llegados de Murcia y Andalucía Oriental. Eran territorios que habían permanecido leales a la República hasta el final de la Guerra Civil. Había que dar ocupación a aquella gran masa de desocupados. Llegaban a Mallorca callados y vencidos, pero erguidos. Se integraron y contribuyeron al desarrollo de Mallorca, incluida la lucha por la recuperación de la democracia.

El Passeig Marítim es en esencia una obra política. En los años cincuenta, ya al amparo del turismo, se levantó un primer paseo, la mitad de estrecho que el actual. Fue ampliado en los setenta sin perder su concepción inicial de ‘carretera’. De hecho, hasta hoy está repleto de carriles para vehículos. Ahora la Palma democrática se prepara para levantar un Passeig del siglo XXI, eliminando carriles y plantando miles de árboles y zonas verdes para los viandantes. Será emblema del cambio de mentalidad de Mallorca, símbolo de una sociedad libre, capaz de levantar grandes espacios de convivencia.

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