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Un mallorquín en la Defensa de Madrid

| Palma |

El periodista Toni Escanellas, conocido por alegrarnos las mañanas en IB3 Ràdio con La Picolissima, acaba de publicar la emocionante y trágica historia de su abuelo, Jaume Roig Gomila. La ha titulado Una vida esborrada porque era totalmente desconocida, incluso para la familia. Ya saben, de la Guerra Civil era mejor no hablar. «Todavía no me perdono haber vivido junto a un héroe sin saberlo», afirma Toni, así que ha investigado más de una década para llenar el vacío. Jaume Roig era de La Soledat (Palma) y la guerra le cogió con 22 años en la Cartagena republicana. Como era militar profesional, fue enviado a Madrid para servir de enlace en el Ministerio de Marina. Allí, en noviembre de 1936, viviría una de las batallas más importantes del siglo XX: la Defensa de Madrid.

En realidad, él tuvo suerte. Era demasiado valioso para enviarlo a primera línea y siguió en labores de retaguardia. En aquellos días trágicos vivió uno de los pocos episodios que contaría a sus nietos. Durante un bombardeo se refugió bajo los arcos de la plaza Mayor y vio a una joven con su hijo paralizados entre el humo. Salió corriendo, los cargó a las espaldas y los puso a salvo mientras las bombas seguían cayendo. Jaume siempre reconocía que aquello fue «una locura». Para él, «los héroes son locos a los que las cosas les salen bien». Madrid resistió y Jaume volvió a Cartagena para reencontrarse con su novia sevillana. La muerte, la fugacidad de la vida en la guerra, le llevó a lanzarse: «Cásate conmigo, ahora seré sargento». Ella dijo sí y celebraron una boda miliciana.
Estuvo en muchos frentes. Sobrevivió a la conocida ‘Desbandá' de la muerte entre Málaga y Almería, resultó herido en la ofensiva republicana de Brunete (Madrid) y sufrió la gélida Batalla de Teruel en febrero de 1938, justo cuando nacía su primer hijo.

Al final, cayó preso siendo capitán en el frente de Aragón y lo encerraron en El Ferrol. Allí pasaría un largo proceso judicial con informes de todo tipo. Unos delatores decían que era de Esquerra Republicana Balear, otros del Partido Comunista. También los hubo favorables, incluso del alcalde franquista de Palma. No obstante, el fiscal concluyó que era un «verdadero marxista, gran entusiasta de los rojos». Fue condenado a 12 años de prisión que conmutó por 6 de servicio en La Legión, en Melilla. No pudo volver a Mallorca hasta 1945 y vivió el resto de sus días con aquella historia en silencio. La paga como exmilitar le llegó tardísimo, con 78 años. Murió en 2007. Gracias a la labor de su nieto, su memoria siempre seguirá viva.

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