No solo Balears: las comunidades autónomas, también en superávit. He aquí un hecho insólito –que no ha aparecido en portada alguna–, solo alcanzado en contados ejercicios (2004 y 2006, aunque con saldos ligeramente negativos). Para Balears, el dato es relevante: un superávit que se acerca al 3,2 % de PIB el pasado julio de 2021, cuando para el mismo mes de 2020 ese superávit era de poco más del 1 %: datos llamativos, en ambos casos, pocas veces obtenidos en toda la serie histórica disponible. Asturias, Andalucía, Cantabria y Canarias, en escenarios positivos parecidos. Hay razones que explican esta situación contradictoria, en un contexto de recesión muy reciente tras la pandemia (los datos que siguen son del reciente e importante estudio de Fedea, del pasado noviembre: https://documentos.fedea.net/pubs/eee/eee2021-32.pdf?utm_source=wordpress&utm_medium=portada&utm_campaign=estudio). Ante esto, los defensores de la austeridad a ultranza, de la no participación del sector público en la economía, del cierre del grifo del crédito, deben andar desconsolados: los números no les dan la razón. Y aportan munición a quienes piensan que las crisis se superan no con sangrías sino con transfusiones. Gran Recesión (sangría) frente a Gran Reclusión (transfusión).
He aquí las razones. Primera, el incremento en la recaudación de impuestos (IVA, en particular, obtiene datos que ya se equiparan a los alcanzados en 2019). Pero se deben añadir otras figuras impositivas –como el IRPF– que computan al alza. Si se tiene en cuenta que el vigente modelo de financiación –a mi entender, injustamente denostado– premia a las regiones con mayor dinamismo económico (IVA e IRPF son las partes del león fiscal), esto puede explicar que, en el caso de Balears, las cifras recaudatorias –que acabarán impactando en la financiación de los servicios públicos– sean elevadas. El incremento de ingresos en Balears, con datos de julio de 2021, fue del 20,4 %: la segunda comunidad con mejor cifra, tras Navarra.
Segunda, están siendo determinantes las transferencias del Gobierno central. En 2020, las comunidades contaron con el Fondo COVID (856 millones de euros para Balears), valorado en un total de 16.000 millones de euros. A su vez, los recursos del sistema de financiación autonómico han sido mucho más generosos, toda vez que no han recogido el impacto del virus. Los estímulos extraordinarios se han mantenido: transferencias de 14.000 millones, más 7.000 millones para las ayudas directas a empresas. Se prevé que en 2022 también habrá dinero extra por otros 7.000 millones entre la compensación del IVA de 2017 y la condonación de las liquidaciones negativas de 2020. Sumemos todos esos ingresos y anotemos, a su vez, los gastos: los primeros superan a los segundos, en un sumatorio total de todas las comunidades autónomas del 0,1 % sobre PIB, a cierre de 2021.
El desafío va a ser 2023: posible regreso de las reglas fiscales, dilución del efecto de los fondos extraordinarios. Si se dan ajustes, se producirán entonces, en un contexto harto complicado: convocatorias electorales. Los gobiernos deberán pensar entonces estratégicamente: un reto prometeico.