Un vídeo recientemente presentado por la ONU muestra a un dinosaurio preguntón: «Nosotros al menos tuvimos un asteroide. ¿Cuál es vuestra excusa?». Hay que reconocer que las ganas que tiene el bicho de aclarar las cosas, hasta cierto punto le honran. Algo que lamentablemente apenas se puede decir del ser humano de hoy que abrumado por la catarata de amenazas que le llegan se halla inmerso en un estado de confusión y acojono más que considerables. Atontado –aunque los italianos prefieren decir ‘rincoglioniti', mucho más expresivo– y presa del miedo al desastre, ni siquiera ha entendido que lo que hay que salvar, puestos a hacerlo, no es el planeta, sino a sus moradores. Recuerden el episodio de los dinosaurios, ellos se fueron al carajo, la Tierra se quedó en su sitio.
Y a partir de esta general incomprensión, pues viene en cadena todo lo demás. Unas sociedades previamente domesticadas durante décadas, temen por la salud, la amenaza nuclear, los períodos de recesión económica, la posible escasez de suministros, el gas, la electricidad, la subida de precios, lo inquietante de las relaciones entre Occidente y China, y más, y más. Ese miedo, extendido, favorece obviamente al poder. Tras las restricciones y los confinamientos, el apagón general. El miedo siempre ha sido un arma para quienes mandan. Tradicionalmente, los extremismos de derecha le han sacado más partido, pero... La angustia puede proceder de cualquier bando, de lo que se trata es que forme parte de lo cotidiano. En suma, amedrentados, despistados y, como es natural, razonablemente paranoicos, los ciudadanos resultamos muy vulnerables. Quizás ese es el objetivo.