Una de las series de Netflix que está causando sensación y que se mantiene entre los primeros puestos de las más vistas es Squid Game (El juego del calamar). De entre los muchos mensajes que transmite se puede considerar como uno de los más sobresalientes el deseo humano de «una vida tranquila y sin deudas». La serie de origen coreano junta a personas endeudadas que juegan juegos infantiles con las mayores apuestas posibles; si ganan, se hacen ricos y si pierden, mueren. Hay quienes disfrutan de verla, otros la analizan, la desprecian o la temen. Sin embargo, la serie combina aspectos de la vida que llaman la atención y que parecen ser la clave de su éxito: la nostalgia infantil (juegos de la infancia), fascinación por el dinero, poder vivir entre la ficción y la realidad, dilemas morales, etc, todo esto juntamente con personajes clásicos que se han utilizado durante siglos en películas y series televisivas: el bueno, el malo, el héroe, el tonto, el loco, el misterioso, etc.
Más es mejor. Esta actitud es asumida por los competidores de El juego del calamar. Su motivación es inicial es aceptable: quieren deshacerse de las deudas. Sin embargo, el premio por el que compiten es más de lo que necesitan para solventar sus deudas.
¿Por qué estamos tan fascinados por el valor del dinero? Cuando ganamos, otros pierden y viceversa. Para ser feliz en una sociedad industrializada necesitamos una profesión satisfactoria, vivir en una casa tan agradable en la que no quepa el sufrimiento ni nada que no sea placentero, ir de vacaciones para obtener fotos que se parezcan al Instagram de nuestros amigos, ganar el dinero suficiente que pueda financiar todas estas cosas. No resulta fácil cuestionar este estilo de vida, tampoco resulta fácil conseguir los mejores empleos, vacaciones, etc. Con todo el tiempo que gastamos para asegurar de no perdernos nada, nos queda poco tiempo y energía para reflexionar sobre si realmente lo que estamos haciendo nos hace felices. Hacerlo supone afrontar el hecho de que muchos o algunos aspectos de nuestra vida, en los que hemos invertido tiempo, podrían no ser adecuados. Si dejamos de lado la idea estándar de felicidad, ¿con cuál la reemplazamos? Soñar con una vida perfecta, tranquila y sin deudas es una ilusión. Más es mejor nos puede llevar al declive de lo mejor de nosotros mismos. Seguir estándares de felicidad, competir con nuestros compañeros, valorar el dinero como un telos de la vida, etc engloba un interés diseñado que deja de lado nuestros intereses. Los verdaderos enemigos de los personajes de El juego del calamar no son los compañeros que compiten, sino aquellos que lo han construido. El éxito de la serie refleja, como dice su creador, la vida real. Sin embargo, podemos salir del juego, retomar el control y cuestionar el modelo de felicidad que se presenta en nuestra cultura.