Suponía yo que las exageradas celebraciones mediáticas de los diez años del fin de ETA tenían por objeto recordarle al PP y demás derechas que, efectivamente y no gracias a ellos, hace una década que ETA no existe. Abundan los abertzales que simulan no haberse enterado, y tardarán mucho en hacerlo, pero quien seguro que no se ha enterado aún, y no hay más que escuchar su febril discurso antiterrorista acusando al Gobierno cada dos por tres de pactos con ETA, es el PP y sus altavoces mediáticos. Basta un leve intento de diálogo con los independentistas catalanes, para que a través de retorcidos senderos mentales y Bildu mediante, nuestras derechas de memoria selectiva resuciten el negro fantasma de ETA como si no pudiesen vivir sin él, ni menos hacer política.
Años llevan así, lo que les permite calificar al Gobierno de ilegal, además de inmoral por sus tratos con ese fantasma. Pero si la prolija celebración de este décimo aniversario pretendía colateralmente que el PP se enterase de una vez de que ETA no existe, y desde hace diez años, es que no conocemos a nuestra derecha. Ha sido peor todavía, porque si entonces Rajoy acusó en sede parlamentaria al presidente Zapatero de traicionar a los muertos, ahora Casado, furibundo, la ha preguntado varias veces a Sánchez si piensa liberar a 200 presos de ETA para que le aprueben los Presupuestos. Pregunta infame, pero retórica, ya que el mismo Casado había asegurado el día antes que esos intolerables Presupuestos los había hecho Bildu, es decir, ETA. Tremendo, este aniversario. Y eso que estamos conmemorando el fin del terrorismo. Sólo faltaba Otegi, primero disculpándose sin disculparse (gran paso para un abertzale) y luego diciendo a su parroquia que con gusto aprobaría esos Presupuestos si así salían 200 presos, para que el fantasma tenebroso se extendiese por todo el arco parlamentario. No veíamos tanta rabia y crispación desde hace diez años, más o menos.
Personalmente, me trae sin cuidado cualquier cosa que pueda decir Otegi, pero empieza a ser inquietante que el PP, y nuestras derechas en general, no puedan vivir, ni criticar al Gobierno, sin recurrir siempre a ETA. Incluso en el décimo aniversario de su final.