Días atrás me referí a ese proyecto de unión estratégica con vistas electorales de lo que se conoce como la España vaciada impulsado por el éxito logrado por una formación como Teruel Existe. A mí, lo de la España vaciada no me gusta; suena a recurso quirúrgico. Qué les parece hablar de la España de los garbanzos.
Entendámonos; es un hecho que desde la Administración central llevan décadas diseñando un país formado por costas, grandes ciudades y ahí, por en medio, unos espacios poco poblados y en los que hay poco que hacer; vamos, poca actividad y poco trabajo. Y la España garbancera se ha cansado y aspira a desequilibrar la situación.
Finalmente, su objetivo concreto ha quedado claro tras unas primeras vacilaciones y consiste en formar un grupo parlamentario propio que defienda el equilibrio territorial y de población que se ha ido perdiendo con los años. La verdad es que se trata de un proyecto más fácil de formular que de llevar a cabo, comenzando por los problemas que pueden crear las distintas opciones, a derecha e izquierda, integradas en la propuesta.
Para ello se ha elaborado un documento en el que se detallan los objetivos en infraestructuras, sanidad, educación... Obviamente, se trata de una revisión de un modelo político que en el aspecto al cual nos referimos no ha dado buen resultado.
Y quizás este es el momento para probar de llevarla a cabo, cuando un bipartidismo enflaquecido por la irrupción de otras fuerzas deja espacios políticos aún por explotar. No tengo nada en contra de los garbanzos; me encantan; pero, amén de ello, actualmente hay más opciones a considerar.