El domingo invitaron a nuestra hija a un cumpleaños en sa Cabaneta. Teníamos que dejarla a la una e ir a recogerla sobre las cinco. La madre de la cumpleañera nos dijo que, si queríamos, podíamos quedarnos con ellos. Mi mujer y yo nos miramos y sonreímos.
Cinco minutos después estábamos en el coche pensando dónde ir a comer. Tomamos la carretera de Inca. Lo intentamos en Marratxinet, Santa Maria, Consell y Binissalem; hasta que dimos por concluida nuestra breve road movie. Ir a comer sin reserva un domingo al mediodía en Mallorca es una misión prácticamente imposible. Desencantados, dimos marcha atrás y nos dirigimos, esta vez por la autopista, al Festival Park. Tuvimos que esperar una media hora para poder sentarnos en el Block House.
Allí nos encontramos con unos amigos que venían de protagonizar su particular búsqueda del tesoro. Veo que no somos los únicos ingenuos, bromeé. El sol lucía y no había ni una sola mesa libre en toda Mallorca. Como si la crisis y el famoso virus nunca hubieran rozado nuestras vidas.