A l que dijo que Dios escribía recto con renglones torcidos, estableciendo con ello que de lo turbio puede salir lo cristalino, quizás se le olvidaron varias consideraciones vistas las cosas des de una humana perspectiva. El Altísimo tiene ante sí el guión completo de los acontecimientos, de lo que va a ocurrir, mientras nosotros, pobres mortales, vamos capítulo a capítulo, venciendo recelos y sospechosas interpretaciones.
Y claro está, así lo de recto y torcido, pues es de distinta escala. Sea como fuere, leo ahora que la compañía Philip Morris, fabricante, por ejemplo de Marlboro, que lleva más de siglo y medio dando de fumar a más de medio mundo, ha lanzado una muy tentadora oferta para comprar Vectura, una farmacéutica que entre otras cosas se dedica a los inhaladores destinados precisamente a curar (tratar) las enfermedades causadas por el consumo de tabaco.
El 20% del tabaco mundial nos llega de Philip Morris y es por ello que ahora se descuelgue ofreciendo el 60% sobre el precio de las acciones resulta cuando menos chocante. Como era previsible, la dirección de Vectura ha aceptado al galope la oferta, recomendando de paso a sus accionistas que la acepten ya que de momento la subida de las acciones les hace ganar una fortuna. Claro, lo fascinante en estos casos es preguntarse qué haría uno ante tal cuestión. Es evidente que los activistas antitabaco denunciaran el morro de la tabaquera que pretende hermosear su imagen.
A su vez, los accionistas de Vectura, sobre los que pesan prohibiciones de aseguradoras y fondos de pensionistas en orden a invertir en tabaqueras y marcas de alcohol, se hallan ante el dilema de forrarse, o de correr el riesgo. ¿Qué hacer? La Divinidad lo tendría fácil ya que conoce el final del juego de intereses, pero el pobre mortal duda. Ah, los renglones.