Fue un martes 11 de septiembre de hace veinte años cuando el mundo fue testigo del brutal atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York y el Pentágono en Washington. Estábamos comiendo en casa, celebrando como siempre, a nuestra manera, la Diada de Catalunya. Cuando, de improvisto, todos los canales de televisión se llenaron de especiales informativos del ataque al alma de los EEUU. Fue impactante poder ver desde nuestra casa el caos en una ciudad ofuscada ante la inesperada catástrofe, ni el mismo Spielberg lo hubiera conseguido.
Tras estos ataques, EEUU se sumergió en la llamada guerra contra el terror , una de las más largas y costosas de su historia. Desde entonces se han ido desplegando numerosas acciones internacionales apoyadas por países aliados y la OTAN. Estos hechos también derivaron en atentados perpetrados por el terrorismo islámico, en países como España, Francia, Bélgica o el Reino Unido. Los atentados del 11-S a la vez desencadenaron cambios drásticos a nivel mundial, como las estrictas medidas de seguridad en los aeropuertos del mundo.
Desde entonces, Al Qaeda se ha debilitado, pero con todo, la amenaza sigue latente. En estos veinte años el terrorismo globalizado y los planes para remodelar el Oriente Próximo han matado a más norteamericanos que en los atentados del 11-S. Sin olvidarnos de Irak, un país totalmente destrozado, y Afganistán, donde la vuelta al poder de los talibanes ha dado los resultados que hemos conocido estos días.
Veinte años después del atentado del 11-S, supuestamente orquestado desde Afganistán, EEUU y los aliados de la OTAN bajan las persianas y lo abandonan, pero la guerra continúa.