El físico y humanista alemán Albert Einstein (1879-1955) dijo con gran ironía y profundidad: «Una persona que nunca ha cometido un error nunca intentará nada nuevo».
Los fallos, humildemente asumidos y superados, pueden significar una verdadera renovación.
Los errores pueden ser estímulos que nos inviten al cambio.
Los errores cometidos no deben frenarnos, todo lo contrario, deben empujarnos hacia la renovación.
Los errores, los fallos y los fracasos no deben hundirnos, antes al contrario, deben ser acicates que nos empujen hacia nuevas metas.
Intentemos renovarnos, aprovechando lúcidamente nuestros errores.
Una persona que nunca falla, nunca intentará nada nuevo y se aletargará en la mediocridad. Y con la mediocridad no se consigue nada que valga la pena.