La factura de la electricidad, como los talibanes, sigue aumentando en su escalada sin que nada ni nadie haga algo para frenar este ascenso celestial. Cada día que pasa, el precio de la luz alcanza un máximo histórico. Yo, hace tiempo que me perdí en esto de los números. Ni entiendo del valor del megavatio, ni de los niveles de potencia, ni de cada uno de los impuestos que salen en la factura. Lo que sí que tengo claro es que este mes he pagado más que el anterior, el anterior más que su correspondiente y así sucesivamente desde que empezó esta historia de la factura de la luz.
Así, mientras los políticos que en la oposición decían que harían y ahora no hacen, y los que no hacían y ahora reclaman, nosotros permanecemos burlados como convidados de piedra. Porque en esto de la factura de la electricidad no solo hemos perdido la fe, sino que nos hemos convertido en los fieles paganos que vemos subir los números de la factura sin poder hacer nada y sin atisbar el límite final de las subidas.
Desde la Asociación de Consumidores de Balears (Consubal), nos alertan de que el precio de la factura de la electricidad seguirá subiendo en septiembre y octubre. No me imagino lo que nos va a costar la calefacción de este invierno y con ella, las luces de Navidad. Mi vecina, cofrade de la hermandad de la Virgen de la Luz y Nuestra Señora del Ahorro, se pasa las tardes en centros comerciales y grandes supermercados que tienen aire acondicionado y sostiene que hará lo mismo este invierno cuando llegue el frío y pongan la calefacción. Yo mismo estoy pensando entrar a formar parte de la hermandad iluminada; quizás cuando sea cofrade consiga algún descuento en la factura mensual de la electricidad. Con esto de la luz, podemos decir aquella frase de que hoy pagamos más que ayer pero menos que mañana.