Los vencejos también son migrantes. Tienen su propio puente aéreo para trasladarse a nuestro país, generalmente de África. Tienen aptitudes naturales para sus grandes saltos pero algunos necesitan cuidados en destino.
Estos días, la gran migración viene de Afganistán y necesitan una mano para que no mueran en casa o en los pasillos de escape y puedan agarrarse a ese puente aéreo de Kabul-Dubái-Madrid y Europa. Gesto humanitario sin precedentes que emociona también por la solidaridad en destino. El afgano, migrante del año. La rebuscada comparativa es porque el mes pasado, los de Medio Ambiente soltaron en Mallorca a quince vencejos, recogidos por problemas de supervivencia, para celebrar que éste pájaro ha sido elegido ave del año por Birdlife.
No sé si es correcto llamar labor humanitaria al trabajo de Recuperación de Fauna, que recoge, cura, atiende, prepara y libera a miles de animales para que se integren en su hábitat. Casi cinco mil vencejos atendidos en los últimos diez años, una cifra que produce tanta sorpresa como la de que sea ave del año. No es por nada, es que el vencejo es para especialistas, porque uno no lo distingue bien de la golondrina y mucho menos del avión. Dicen que tiene el doble de velocidad, que está tan adaptado al vuelo que pasa hasta diez meses sin posarse, con medio cerebro durmiendo mientras vuela. Sí, pero lejano, como las regatas, que no emocionan. La verdad es que mi favorito era el mirlo, ese intrépido pájaro negro azabache de pico amarillo y canto melódico insistente que una vez fue migrante. Y aquí sigue, adaptado y cercano.