Pau Tomàs Ramis acaba de publicar la historia de los mallorquines de la Olimpiada Popular de Barcelona, organizada por partidos y sindicatos de izquierda como alternativa a las de Hitler en Berlín en 1936. Eran unos 600 jóvenes que partieron en barco el mismo 18 de julio. La noticia del golpe de Estado les cogió en alta mar y eligieron la orilla que les salvaba de la represión: la Cataluña republicana. El libro se llama Els mallorquins a l'Olimpiada que no fou y se ha llevado el premio Assaig 2020 del Consell de Mallorca.
Uno de los capítulos más interesantes es el dedicado a la Batalla de Mallorca. Unos 150 de aquellos mallorquines –hombres y mujeres– se sumaron en Barcelona a la expedición que organizó el capitán Alberto Bayo con el objetivo de recuperar Baleares. Formaron su centuria y se integraron en la columna del comandante Cabrera junto a anarquistas y algunos militares. Llegaron a la Menorca republicana los primeros días de agosto y allí recibieron una breve instrucción militar.
Uno de ellos fue Climent Garau Salvà , un joven de Llucmajor que luego reconocería que no le «importaba un comino la política». Él se apuntó al viaje porque quería ir de marcha a Barcelona y con la Olimpiada el viaje le salía más barato. Cuenta que el desembarco en Mallorca del 16 de agosto de 1936 fue un desastre por el mal tiempo. Su barcaza se fue a la deriva y tuvieron que esperar al día siguiente. Una vez en tierra, participó en las conquistas de sa Torre Nova y Son Carrió, donde sufrieron las primeras bajas.
Uno de los episodios más traumáticos que presenció fue la ejecución de un miliciano que desobedeció a un oficial que le ordenaba dejar de cantar. Aquel oficial fue después sometido a consejo de guerra y fusilado en la misma playa de sa Coma.
Climent también relata cómo la aviación italiana acertó al polvorín y provocó una enorme explosión. Dice que aquel día se cruzó con Bayo y le dijo: «¡Qué desastre!»; y este respondió: «Esto es la guerra». Sobrevivió a los 20 días de batalla y reembarcó el 3 de septiembre con la mentira de que Palma se había rendido. En realidad, los llevaron a Valencia. Climent se unió después a las columnas catalanas que defendieron Madrid y luchó también en la Batalla del Ebro. Otros mallorquines se enrolaron en la columna anarquista Rojo y Negro y fueron destinados al frente de Huesca. Después de la guerra, Climent volvió a Mallorca y consiguió salir indemne de un proceso militar.
En Mallorca también lucharon deportistas olímpicos de otros países como Rusia, Francia o Puerto Rico. Aquellos voluntarios fueron el origen de las famosas Brigadas Internacionales.