En España, como en el resto del mundo, realizar augurios económicos en estos momentos es arriesgado. La evolución de la pandemia constituye todavía el factor que marca y determina las previsiones que puedan realizarse. El importante avance de las vacunas, sin embargo, permite albergar esperanzas positivas. Esto es algo que prácticamente todas las instituciones económicas indican en sus informes de prospectiva avanzada. Aquí cabe incluir también las revisiones que están realizando las entidades europeas, con la Comisión Europea y Eurostat como referentes principales. En paralelo, desde la esfera financiera (Banco Central Europeo, BBVA, Funcas, Banco de España) se patentiza una clara sintonía en una dirección concreta: las perspectivas son positivas, para el cierre de 2021 y 2022. La quinta ola pandémica puede trastocar todo esto, si se persiste en conductas inapropiadas. Una síntesis apretada de los diferentes documentos consultados indica lo siguiente, desde dos bases concretas: la mejora tangible de la actividad económica; y la de las expectativas empresariales por recuperación en la facturación (Encuestas a Empresas: Banco de España). Seis indicadores son determinantes.
Primero, una revisión al alza del crecimiento económico para 2021 y 2022: el crecimiento del segundo trimestre de 2021 ha sido del 2,2 %, lo que permite augurar una tasa entre el 4 % y el 6 % entre 2021 y 2023. Segundo, un escenario de inflación controlada, entre el 1,2 % y el 1,9 %, con repuntes muy puntuales, que además va a contar con la revisión que ya ha hecho el BCE en cuanto al horizonte inflacionario, que se amplía a una tasa superior al 2 %. Tercero, una senda de vacunación ya completa que va a llegar, en función de los datos disponibles por el momento, hasta el 70 % de la población española en agosto. Cuarto, la reducción de la incertidumbre: 6,2 % en 2021, 2,8 % en 2022 y 1,8 % en 2023. Cinco, el recorte esperado del paro: 15,6 % en 2021, 14,7 % en 2022 y 13,7 % en 2023. Y seis, la reducción del déficit público: –8,2 % en 2021, –4,9 % en 2022 y –4, 3% en 2023.
Estos seis indicadores se alimentan, a su vez, de las previsiones de inversión pública, la gran palanca de la recuperación, con las iniciativas del Next Generation EU como exponente esencial. La absorción en el PIB de esas inversiones del NGEU se calculan en 1 punto porcentual para 2021, 2,3 puntos porcentuales en 2022 y 1,7 puntos porcentuales en 2023. Esto proporciona la magnitud de lo que se ha conseguido en la Unión Europea y su previsible impacto en el tejido productivo. El corolario de todo esto que estamos explicando es el incremento del consumo privado, con una reducción, ya apreciable, de la tasa de ahorro: la población vuelve a gastar.
Las incertidumbres: cuatro, básicamente. Una: la recuperación del turismo. La temporada 2021 no es considerada como ‘normal' –el contraste siempre es 2019–. Pero las previsiones señalan una recuperación de los ingresos que puede oscilar entre el 35 % y el 45 % sobre 2019, al cerrar el año. Dos: calibrar la destrucción del tejido productivo y la histéresis. Tres: la velocidad de aplicación del NGEU. Y cuatro: la efectividad de las políticas públicas.