Tuve la suerte de que la vida pusiera a Pilar en mi camino hace ya más de quince años, al grabar la primera temporada de ‘Amar en tiempos revueltos'. Era mi primer papel en una serie. Ella ya llevaba más de cien. Lo primero que me llamó la atención fue su humildad, su fuerza, su sentido del humor y su compromiso con sus compañeros y compañeras de profesión. Pilar era generosidad. Nunca he visto nada igual. Su personaje era Elpidia, una mujer humilde que tenía a su marido en la cárcel por ‘rojo' que veía impotente cómo su hijo obrero se enamoraba de una joven de la alta burguesía. Intentando evitar lo inevitable, capítulo sí y capítulo también, siempre le decía: «No te enamores de esa chica, hijo, no es para ti, te hará sufrir». Elpidia era amor, carácter y dignidad. Recuerdo que un día, mientras comíamos, bromeó con Rodolfo Sancho , su hijo en la ficción, «Hijo, no te enamores de ella, coño que te lo llevo diciendo desde el capítulo 2. Yo no sé para qué vengo aquí. Si siempre te digo lo mismo».
Por aquel entonces yo vivía en Barcelona y me desplazaba a Madrid a grabar la serie en autobús. Más de siete horas de ida y siete de vuelta, a veces más de una vez a la semana. Como estuve varios meses en la serie, los chóferes ya me conocían y recuerdo que uno de ellos se me acercó tímidamente para decirme algo que nunca olvidaré: «Mire, yo nunca había visto una serie de tv, pero mi mujer se empeñó en que viera ‘Amar en tiempos revueltos' y me ha enganchado de tal forma que no me pierdo ningún capítulo. Lo primero que hago al llegar a casa es poner la serie. No importa lo cansado que esté. Me encantan todos los personajes, pero el de Elpidia... Esa mujer es mi madre. Cuando murió en la serie lloré como un niño frente al televisor. Nunca me había pasado algo así. Por favor, dígaselo usted a Pilar Bardem, dígaselo de mi parte y dele las gracias por todo lo que me ha hecho sentir».
Cuando se lo dije a Pilar, me contestó: «Hijo, esta es la profesión más bonita del mundo. Puede que a veces nos quite el pan, va con ello, pero también, a veces, nos da esto que da sentido a lo que hacemos y lo compensa todo. Dale un abrazo enorme de mi parte a ese chófer cuando le vuelvas a ver».
Pilar ha sido una de las personas a las que más he querido y admirado. A lo largo de estos años le pedí una y mil veces que apoyase esta causa o aquella. Ella nunca tuvo un no. Mi recuerdo de ella es de luz, la luz de ese faro de amor, compromiso y dignidad que nunca se apagará. Gracias por haber estado siempre ahí, Pilar. Vuela mi abrazo más fuerte estés donde estés.