Estados Unidos, en su informe anual sobre trata de personas divulgado por el secretario de Estado, Antony Blinken , acusa (increíble pero cierto) cínica y descaradamente a Cuba de «cumplir insuficientemente con los estándares mínimos para la eliminación de la trata de personas». Pero la realidad demuestra todo lo contrario de esta calumnia.
Dicho informe, sin base legal ni moral, refiriéndose a la cooperación internacional de la isla en la esfera sanitaria, acusa a Cuba de traficar con la salud. Pero recordemos que desde el principio de la Revolución de 1960, centenares de miles de médicos y enfermeras cubanos siguen salvando vidas solidariamente a lo largo y ancho de los cinco continentes, al margen de ideologías. Se trata de una solidaridad acrecentada con la COVID-19. Más de 40 gobiernos, entre ellos Italia, Gran Bretaña y Andorra, solicitaron colaboración médica a la isla para combatir la pandemia. No es casual el reconocimiento y el aprecio de los pueblos que se benefician de esa solidaridad, ni el elogio de las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud y otros organismos, incluido el Vaticano. Con estos datos en la mano, queda claro cuál es la finalidad del informe anual del secretario de Estado.
Una vez más, el Gobierno estadounidense, a través de la difamación sin escrúpulos promovida sistemáticamente por los sectores más reaccionarios y corruptos de la extrema derecha de origen cubano, representada en el Congreso por Marco Rubio y Robert Menéndez , pretende difamar a Cuba. Porque si a algún país se le puede acusar de «cumplir insuficientemente con los estándares mínimos para la eliminación de la trata de personas» es al del imperialismo yanqui, con sus políticas de asfixia económica contra Cuba y el incumplimiento de los acuerdos migratorios bilaterales que favorecen a organizaciones vinculadas al crimen internacional, al contrabando de inmigrantes y a la trata de personas.