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Paredes de cal

| Palma |

Dijo que no había hecho nada malo, que no tenía por qué esconderse, que entregaría la vara de alcalde, si era necesario, pero que jamás había perjudicado a nadie. Tenía la conciencia tranquila de los inocentes, pero también la ingenuidad: esa confianza absoluta en los seres humanos, la incapacidad de creer que en su tierra, el pueblo que amaba, vecinos cercanos deseaban su muerte.

Y murió. Sus asesinos pregonaron el asesinato en los bares del pueblo, jactándose de haber acabado con él. En una misma noche, los falangistas mataron a Pere Llull Fullana, a su hermano Antoni, y a su padre. Tres hombres de Can Tiró murieron en un noche larga y terrible, que marcó la historia de Mallorca, pero también la de su familia que era la mía.
Tenía veintiocho años y era el alcalde de Algaida. Era primo de mi abuela. Fue elegido por el pueblo. Militaba en Esquerra Republicana y creía en la libertad.

Les ataron las manos con hilo de hierro, les subieron a un camión y les arrojaron gasolina por encima. Les quemaron vivos. Fue en Manacor.

Eran tres hombres buenos que creían en los derechos humanos. Los gritos de sus madres, mujeres y hermanas resuenan aún hoy en la memoria de mi padre, cuya infancia estuvo marcada por esas muertes. El horror y el pánico de una guerra civil que dejó muchos huesos en las carreteras. Cuerpos alejados de sus tumbas y cementerios. Familias que no pudieron llevar nunca flores a sus muertos. Sus descendientes somos hijos de esos gritos, y también del desaliento.

Este domingo, ochenta y cinco años después de su asesinato, los restos de mi familiar volverán a su pueblo. Descansarán junto a todos los que se pasaron la vida gritando la angustia de su pérdida.

Debería ser un consuelo. En cierta manera, es una reparación pequeña para un dolor inmenso. Tendremos el consuelo de saber que no anda perdido por esta tierra amarga, donde se supo odiar intensamente. Sin embargo, incluso los que no le conocimos, seguiremos escuchando de vez en cuando los gritos de rabia y dolor de nuestras mujeres entre paredes de cal como tumbas.

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