Los astrazenecos somos seres de otro mundo. Sí claro, hemos nacido, crecido y superado todo un ritual de intempestuosas inclemencias vitales en el planeta Tierra, pero por nuestra fuerza y poderío, hemos decidido por unanimidad que, en el fondo, somos seres de otro mundo. Los astrazenecos miramos el mundo con ojos de niño intrépido. Siempre nos sorprendemos por las pequeñas cosas y disfrutamos de cada instante, como si cada momento fuera un universo por descubrir. Si hay algo que nos caracteriza por encima de los otros seres de nuestro alrededor es nuestro positivismo.
A todo le vemos el lado positivo. Para nosotros siempre está el vaso medio lleno. Siempre crecemos ante las adversidades. Sabemos que la existencia es dura y complicada, que a veces la vida nos puede dar un revés terrible en cualquier momento, en cualquier lugar, pero no tenemos miedo a eso. Nos gusta vivir en primavera. Sobre todo, que en nuestro interior broten flores de primavera. Sabemos también que los inviernos vienen, y se suceden cíclicamente, pero tenemos el coraje de transitarlos con paciencia y empeño para dejarlos atrás una y otra vez. A los astrazenecos nos gusta vivir el presente.
Estamos centrados en vivir el ahora y luchamos por hacer las cosas que nos gustan, sin hacer daño a nadie. No nos gusta ir al pasado. Si a veces retrocedemos en el tiempo solamente es para coger impulso hacia el futuro. Y sí, aunque estamos centrados en el presente, el futuro nos interesa, y luchamos por un futuro mejor, trabajando en nosotros mismos y disfrutando de cada instante en el presente. A los astrazenecos nos gusta el mar y la brisa marina. Nos emocionamos con el canto de los pájaros y con su llegada masiva tras su viaje migratorio. Pasaríamos el día contemplando una bella mariposa, una simple mariquita, una inquieta lagartija, un búho dormilón. Nos gusta la buena música, la que nos emociona y nos hace vibrar, la que nos quema por dentro y nos hace estremecer. Los astrazenecos somos gente sencilla y honrada. Buscamos en los demás sus virtudes y las elogiamos. Odiamos las discusiones y las evitamos a toda costa. Somos seres de otro mundo. Y los pfizers, los modernos y los jansens también. Ahí queda dicho.