Casi todo apunta a que hoy será una jornada de cierto ajetreo en es Born de Palma ya que, mañana viernes, se inaugura la Fira del Llibre, la primera allí después de la pandemia. Hay que imaginar las idas y venidas para que mañana todo esté listo para esa procesión laica que ya tuvo un precedente en abril cuando los libros salieron a la calle en el primer acto masivo después de meses de restricciones. La que irá del jueves al viernes será la primera de una serie de madrugadas donde centenares, miles, de libros pasarán las horas en soledad y –aparentemente– sin nada de que decirse. ¿Sin nada que decirse? Bueno, tampoco eso puede asegurarse al cien por cien.
¿Qué ocurre durante las noches y madrugadas en las casetas que se montan para las ferias del libro como la que está a punto de empezar en Palma? ¿Hay algún Dioni en del transporte de libros que pueda plantearse huir con un cargamento a un lugar desconocido y leerse uno a uno todos los ejemplares destinados a la feria?
Cuando se podía salir de madrugada –ir de bar en bar y así hasta altas horas– siempre cabía la tentación de acercarse hasta el Passeig des Born y pegar la oreja tras las casetas cerradas por si se oía algo. Es cierto que el guardia de seguridad podía hacerte una seña y preguntarte qué estabas haciendo allí. Los libros –con las historias que contienen– van a ser los primeros en vulnerar el toque de queda. Van a pasarse las noches y madrugadas fuera de sus casas, que son las librerías. Y ya que estamos: Mary Poppins no es sólo la película de Walt Disney. También es (o es sobre todo) el primero de una serie de libros de Pamela Lyndon Travers (seudónimo de Helen Lyndon ) que cuentan historias que no llegaron a la película. Por ejemplo, la que cuenta qué pasa en los zoológicos por la noche: los animales salen de sus jaulas y observan a los humanos en las suyas. Muy lógico.