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Aceptar el riesgo

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Ya llegan vuelos del Reino Unido sin que los pasajeros tengan que presentar una prueba de no contagio. Boris Johnson insta a su gente a que no viaje, ni siquiera a Baleares, pero debería mirar con atención las imágenes de Michael Douglas, Catherine Zeta-John y sus hijos de paseo, un buen lunes por la mañana, tomando helados, tranquilos y confiados por calles de Palma. Vuelos y visitantes famosos son señales que confirman y refuerzan las buenas perspectivas que dejó Fitur para el verano. Pero siempre hay un pero.

La mañana del lunes, mira por dónde, apareció en la bahía la silueta de un megacrucero que no dejaba turistas en el puerto. El Odyssey of the Seas dejaba cinco tripulantes infectados de coronavirus. Son las leyes del mar, las obligaciones humanitarias que obligan a permitir el fondeo del buque y la atención sanitaria a enfermos. Nada que decir, pero es mala suerte que el incidente se produzca cuando Baleares presiona al Gobierno para que dé luz verde al turismo de cruceros, que lleva catorce meses en dique seco y que reivindican muchos empresarios. El incidente ha tenido repercusión exterior y no es bueno por el recelo que puede provocar, pero no tiene por qué modificar el calendario. Tampoco ha modificado la actividad del puerto de Vigo la hospitalización de cinco marinos de mercante Prometheus Leader contagiados por la variante india de la COVID-19.

El turismo de cruceros es importante para esta temporada incierta y va siendo hora de aceptar el riesgo por aquello tan viejo de que es mejor arriesgar que no hacer nada. Ya está bien de miedo.

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