Convengamos, como punto de partida, que la esquizofrenia política no es patrimonio exclusivo del embustero patológico de La Moncloa. Impostar, en realidad, se está convirtiendo en el modo de vida habitual de muchos socialistas y de sus sucedáneos asociados. A Francina Armengol , sin ir más lejos, le encanta impregnarse de vez en cuando de un cierto barniz nacionalista, especialmente cuando hablamos simplemente de posar o predicar, rememorando sus heroicos tiempos de militante del catalán Bloc d'Estudiants Independentistes. Sin embargo, cuando de dar trigo se trata, se comporta como la más disciplinada militante del PSOE más rancio y centralista, ruego excusen la redundancia.
Anteayer, el Congreso de los Diputados dio un paso decisivo para cargarse unas de las más arraigadas instituciones del derecho balear –heredero en tantas cosas del ius civile romano–, los pactos sucesorios, mediante un proyecto de ley que, nada menos, califica a los isleños de defraudadores fiscales crónicos por osar mantener una minúscula compilación de derecho civil. La reciente visita de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero , no auguraba nada bueno para la supervivencia de estas figuras históricas de nuestra identidad jurídica, y el martes lo confirmó en Madrid la fraternal alianza PSOE-Podemos, como ya había sucedido previamente en el Parlament. Los diputados baleares de estas formaciones no perdieron la ocasión –una más– de traicionar al pueblo al que representan y venderlo ‘pro nómina sua'. Como seguramente no conocen sus nombres, se los voy a recordar: Pere Joan Pons (armengolista) y Sofía Herranz (sanchista), por el PSOE, y Antònia Jover y Lucía Muñoz , por Unidas Podemos. Por su actividad parlamentaria, los conocen en su casa, pero son tan leales al jefe, que Sánchez debe adorarlos.
Al otro lado del PSIB, separados por el odio que solo dos militantes del mismo partido pueden profesarse, José Hila anunció en estas páginas que, si le dejan, repetirá como candidato a alcalde de Palma.Muchos navegantes de las redes nos sentimos alarmados por tamaña amenaza, que evidencia la severa ceguera y sordera de nuestro primer munícipe. Todos, menos la oposición, que todavía aplaude con las orejas el titular que Hila ofreció a Ultima Hora. El caso es que, aun con su pésima gestión –no encuentro otro epíteto con la intensidad requerida–, el PSIB sería bien capaz de empeorar su oferta actual porque, no lo duden, no tienen otro candidato mejor. Que a dos años vista para las elecciones municipales quien ocupa la Alcaldía esté preocupado por si va a poder seguir pagando la hipoteca en 2023 –sin trabajar como los demás mortales, se entiende– denota la preocupación por el cambio de ciclo que se adivina. Ya mascan la tragedia.
Que en esta tierra crezca una opción política moderada que defienda en la capital, exclusivamente, los intereses de sus ciudadanos y que no dependa de lo que ordenan los oligarcas de un partido desde Madrid es ya no solo una necesidad perentoria, es una verdadera obligación. Las experiencias en torno a un mensaje nacionalista han fracasado. En la Mallorca de 2021, hay que buscar otras vías para hacer realidad lo que todos los que vivimos aquí queremos.