Tiéndese a ensalzar los logros de la Royal Navy en Menorca, y tal vez la mejor forma de hacerlo no sea la de acudir a la inveterada leyenda negra española, sino señalar que los británicos tuvieron en su contra, en la segunda mitad del siglo XVIII, un grupo de marineros y pilotos españoles excelentes. Algunos de ellos fueron grandes estrategas con un talento natural extraordinario, como el famoso general Barceló y su fragata con cañoneras, terror de berberiscos e ingleses. Otros tuvieron un excelente nivel científico, como Gravina, Churruca o Felipe Bauzá Cañas.
La toma de Menorca en 1782 fue una operación nada chapucera, estuvo perfectamente planificada y cocinada por un político genial, Floridablanca, a la sazón primer secretario de Estado y capaz de coordinar muy bien las tropas terrestres que iban a ocupar la isla con su cabeza de puente y protección constituida por la Real Armada Española. Gibraltar y Menorca, en manos británicas, eran dos granos en el culo de la Monarquía Hispánica, un verdadero eje mediterráneo que se retroalimentaba.
Floridablanca llegó a la conclusión de que para desalojar a los ingleses de Gibraltar era imprescindible hacerse primero con Menorca dado que sin la intendencia y ayuda proveniente de Menorca, Gibraltar no resistiría el bloqueo aunque ya lo creo que lo resistió, Floridablanca se equivocó. Vemos que la toma de Menorca por parte de España era primordial para la Monarquía Hispánica y ya se comenzó a trabajar en ello en tiempos de Felipe V y el cardenal Alberoni que lo primero que hicieron, para poder ejecutar sus planes, fue organizar una marina de guerra lo más profesional posible que desembocó en la creación del Cuerpo de Pilotos de la Real Armada gracias a las ordenanzas promulgadas en 1748 por la Secretaria de la Marina. Los pilotos recibían en su proceso formativo asignaturas de matemáticas, astronomía, geometría e ingeniería. Una veintena de pilotos y prácticos mallorquines se formaron muy bien en dicha escuela naval, entre otras razones porque el corsarismo estaba entonces muy vigente y era un gran negocio. De modo que tenemos hacia 1780 un grupo de excelentes militares, una construcción naval muy técnica, cuyos modelos solían copiar los ingleses y buenos políticos como el mencionado Floridablanca. Gracias a toda esa amalgama, y no tanto al liderazgo de Crillón, España recuperó la Balear Menor, aunque finalmente no pudo hacerlo con el Peñón. Esa toma de la isla fue una operación de primerísimo nivel. Pocas veces se cuenta que uno de los que participaron en la misma fue un joven oficial que acabaría siendo el general Castaños, posterior vencedor de la batalla de Bailén: estaba al mando de las muy aguerridas partidas de cazadores que intervinieron decisivamente y posibilitaron la rendición del castillo de San Felipe. Quisiera dedicar este artículo a mi compadre Miquel Bennásar Alomar, gran persona y el historiador que mejor conoce la época de la Guerra de la Independencia en Baleares.