La pandemia ha prescrito muchas restricciones a la cultura. Muchas librerías las han sufrido, así como muchas salas de teatro, de cine, de exposiciones y de conciertos. Mas, si en el tiempo de la pandemia los conciertos han ido en descenso, los desconciertos han ido en ascenso.
Uno, justo antes de la pandemia, el gran logro del que nos pavoneábamos era la Ley de Protección de Datos, las multas de los que la infringían nos parecían hasta exageradas, pero el ciudadano, de hecho, se siente invadido en su privacidad y en sus propias pantallas está leyendo datos de su vida geolocalizada que él nunca a nadie facilitó.
¿Protección de datos, dijiste? Dos, antes de la pandemia, los logros alcanzados a favor de los derechos de las mujeres habían dado muy significativos pasos, pero durante la COVID-19 los portales de la pornografía y la prostitución, que no suelen distinguirse por subrayar precisamente la dignidad de la mujer, aumentaron sus entradas. ¿Avanzamos en igualdad, dijiste? Tres, en el inicio de la pandemia salimos al balcón a aplaudir a otros. Muchos profetizaron entonces que del virus saldríamos más cariñosos y ahora profetizan que debido a la «fatiga pandémica» acabaremos más ariscos. ¿Progreso, dijiste? Que la historia siempre camina es cierto, pero, ¿hacia adelante, hacia atrás, hacia el lado?