Ha quedado claro que en Balears existe mucha corrupción, de lo contrario no tendríamos tantos departamentos gubernamentales destinados a prevenir e investigar las corruptelas que políticos y funcionarios pudieran llevar a cabo. Sin embargo, han sido pocos los asuntos destapados a lo largo de los tres primeros años de la Oficina Anticorrupció. Lo más sonado ha sido el reciente rifirrafe entre la Sindicatura de Cuentas y la citada entidad. La Sindicatura acusó al segundo de irregularidades en la contratación de la Oficina.
Algo que el responsable niega rotundamente, alegando contra el primero: falsedad y mentira, solicitando al Parlament que abra una investigación para saber quién tiene la razón. También se pidió que, entre los contrincantes, el que hubiera hecho las cosas mal dimitiera, fuese el que fuere. Vaya.
El diputado de Més lamentó la persecución y descrédito de algunos miembros del PSOE hacia la Oficina Anticorrupció. De otra parte, el PP declaró que existía un intento, por parte del Govern, al tachar al propio señor Far de incompetente, por lo que estaban buscando su relevo. Veremos quién gana el pulso. Resulta vergonzoso e impresentable que dos departamentos como la Sindicatura y la Oficina, que en principio deberían trabajar mutuamente al unísono, estén enfrentados, atacándose. Los funcionarios deben cumplir todo aquello que se les ordene, no están para sacarse los trapos sucios unos a otros. Si acaso se supiera con absoluta certeza una irregularidad, su obligación es comunicarlo al presidente del Parlament.
Lo que sorprende es que se montara este guirigay al requerir la Oficina Anticorrupció que se entregaran los nombres de 1.600 políticos vacunados. Al final, tan solo encontraron 172 personas con derecho a la vacuna. Opino que este culebrón no es para rasgarse las vestiduras y mucho menos para sancionar algunos políticos. Todo ello parece un globo por algún motivo escondido para semejante despliegue de actividad.
Existen muchas otras cosas que desearíamos conocer. Qué departamento o responsable autoriza construir en el monte. Los extras de viajes, comidas, hoteles, taxis… les son abonados a los políticos a precio de lujo. Existe un amiguismo a través del cual los políticos consiguen lo que quieren. Personalmente, creo que aquí funciona de esta manera, pues, al cabo de unos meses de pisar el Govern, los políticos se visten de Armani, tienen un cochazo y se compran un piso señorial. ¿Les parece normal? Llevamos tres décadas de corrupciones. ¡Basta ya! Hagan algo bien hecho.