La conmemoración de los 90 años de la proclamación de la II República ha seguido los pasos previstos, unos la han exaltado, lamentando a la vez la gran ocasión histórica desperdiciada, mientras que otros han preferido limar entusiasmos y situar al régimen republicano en unas coordenadas en las que se han repartido errores y aciertos. Del mismo modo, relevantes personajes de aquella República más conformada en líneas generales por intelectuales de categoría que por políticos de raza, han sido recordados, a la vez que también otros que desde el primer momento se comprometieron a acabar con ella.
Pero a uno le da ahora por llamar la atención acerca de la poca que han merecido, cuando menos a mi juicio, dos capitanes, Fermín Galán y Ángel García Hernández , que el 12 de diciembre de 1930 se lazaron en armas contra el régimen monárquico en la guarnición de Jaca, proclamando la República en el Ayuntamiento del lugar. La sublevación respondía a la acción coordinada del Pacto de San Sebastián, conformado por partidos republicanos y centrales sindicales. El intento acabó fatal ya que la columna de militares y civiles que marchaba hacia Huesca fue desbaratada por tropas del Gobierno. Galán y García Hernández, juzgados al día siguiente por un consejo de guerra que duró 40 minutos, fueron ejecutados el 14 de diciembre, rompiendo la tradición de no fusilar en domingo. Exactamente, cuatro meses después se proclamó la República. Héroes y mártires en los primeros tiempos del nuevo régimen parecen ahora haberse difuminado en la historia. No contaron con la fortuna en Jaca y, al parecer, tampoco ahora. Capitanes sin suerte.