Últimamente lo de que en los encuentros entre dirigentes de diferentes naciones tengan lugar desaires se está convirtiendo en costumbre. Tras el feo que se le hizo a la señora Von der Leyen en Ankara –y que por cierto no nos cogió por sorpresa ya que Erdogan amén de chulear a la UE como quiere es un maleducado– encontarmos ahora el episodio de nuestra ministra de exteriores en la Tallin . Sí, a la cuenta Estonia es un país emergente (!) y González Laya que andaba de gira por los países bálticos hizo un bolo en su capital, en donde fue «arrollada por la presentación en sociedad de lo que podría ser la mascarilla del mañana. Flanqueada por la primera ministra de Estonia y la titular de Exteriores, hasta aquí todo correcto, apareció nuestra ministra con una simple mascarilla quirúrgica, mientras sus acompañantes lucían el artilugio que puede «marcar tendencia» en la lucha contra el coronavirus. Se trata de unos collares-collarines capaces de crear una zona de aire limpio alrededor de la cara y que al apoyarse sobre los hombros permiten al usuario/a respirar, sonreir y hablar libremente. ¡Coño, ya era hora!
Todo se debe a la acción de un módulo de desinfección de rayos ultravioletas que inactivan el ADN y el ARN del virus y purifican el aire. Muy bien, pero me pregunto por qué diablos en la presentación del artefacto no se dejó a nuestra ministra aparecer con uno de los aparatitos, quedando como la parienta pobre con su mascarilla de andar por casa. Mal, muy mal, sobre todo porque en posteriores eventos las citadas autoridades lituanas fueron con las mascarillas tradicionales. Sea como fuere, desde USA ya han llegado críticas al collarín mascarilla por cuestión del exceso de ultravioletas y tal. Vale, pero a los españoles el feo ya nos lo han hecho. Ay.