El argumento preferido de la derecha derecha y de la derecha socialista para desprestigiar la intención de Pedro Sánchez de intentar formar gobierno consiste en asegurar que qué iba a poder hacer con sólo 85 escaños si incluso el PP con sus 137 ya lo tendría difícil. Decía el gran derechista antinacionalista todavía afiliado al PSOE José Luis Corcuera, exministro en los felices tiempos de la corrupción y el terrorismo de Estado de Felipe González, que la pretensión es “ridícula” e “imposible”. Quién sabe qué podrá ser, pero lo cierto es que es exactamente igual intentar gobernar con 85 que con 137. En efecto, tan débil sería un gobierno con un apoyo u otro. Porque ambos tendrían ante sí probables mayorías de bloqueo que les impedirían gestionar con mínima eficacia el día a día, ya que tanto daría que uno pudiera perder leyes por un voto o que el otro las perdiera por docenas. Si Mariano Rajoy es presidente de gobierno, estará no sólo en manos de Ciudadanos y del PNV sino, lo que para él sería mucho peor, del PSOE, por tanto cualquier intento de ley de contenido ideológico derechista decaería si los socialistas quisieran. Si Sánchez llega a la Moncloa no quedará únicamente a expensas de Podemos sino de todo el gran abanico nacionalista e independentista, así que cualquier norma que quisiera aprobar de claro sentido izquierdista dependería de la derecha nacionalista, PNV y ex CDC, que si no la quisieran podrían bloquearla. La situación es paralela. Con 85 o con 137 lo misma da a efectos prácticos de formar gobierno. Queda claro. Es decir, el argumento antes dicho de la mayor debilidad por el escaso número de escaños socialistas no se sostiene. Tan mala es la posición del PSOE como la del PP, la de Sánchez como la de Rajoy. No sólo tienen necesidades parlamentarias paralelas, no sólo son tan débiles uno como otro a efectos de poder alcanzar su objetivo sino que también están hermanados en su interés personal primero y luego partidista por conseguir la presidencia o, en su defecto, en su voluntad clara de alargar el máximo posible la situación de bloqueo y, como consecuencia, en querer volver a ser candidatos tras la convocatoria a urnas que su actitud implicaría. Y ya veremos. Ese ya veremos es la única solución que aportan Sánchez y Rajoy.
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