Según Izquierda Unida el verdadero coste de la corona para los ciudadanos no son los escasos 7,9 millones que los Presupuestos Generales del Estado (PGE) prevén para el sostenimiento de la Casa del Rey, sino que la cifra real se acerca a los 40 millones porque a aquella cantidad hay que añadirle lo que cuesta la seguridad de la familia Borbón-Ortiz, sus numerosos desplazamientos y un largo etcétera que en los PGE aparecen en partidas desperdigadas bajo diferentes epígrafes, con la obvia intención de que los ciudadanos no consideren excesivo el coste de tener una monarquía. Cuando Borbón tomó posesión de la corona pareció que iba a ser diferente a su padre. Sin embargo sus iniciales y tímidos gestos de voluntad de futura transparencia se abortaron y seguimos desconociendo casi todo sobre la oscura institución, en especial qué nos cuesta de veras. Los cortesanos y sus defensores dirán y no acabarán sobre las virtudes, preparación y eficiencia de nuestro rey. No obstante, como pasaba con su progenitor, nadie sabe de veras a qué se dedica, dónde está a menudo, al igual –o más todavía- que acontece con su esposa, Leticia, cuyos viajes parecen gozar de la condición de secreto de Estado, aunque sean de placer. El contraste con las demás monarquías europeas es manifiesto. Todas éstas informan siempre a sus ciudadanos dónde están y con qué fin, en especial cuando se trata de viajes privados, para que los contribuyentes no puedan albergar dudas sobre el uso de los dineros públicos. En España pasa todo lo contrario. Y ya que hablamos de dinero y corona, no estaría de más que en Baleares alguien se dedicara a valorar el impacto económico de los seis días que en verano pasa en las Islas –o en Mallorca - la familia Borbón-Ortíz. Los pubicistas de la corona aseguran que son grandes los réditos que tan augusta presencia nos deja para todo el año. Pero la verdad es que nadie nunca los ha presentado de forma tangible para público conocimiento. Este verano sin embargo hemos podido establecer un contraste palpable: el impacto en los medios nacionales e internacionales de las fugaces visitas a Palma de Borbón-Ortiz y a Ibiza de George Cloony. Ambas comparables: presencia exprés, fotos obligadas, sonrisas profesionales y personajes couché. Con una diferencia nada baladí: la visita de la familia de Madrid nos cuesta a todos dinero mientras que la del italiano de adopción ni un céntimo. La arribada y unos pocos días de estancia en Mallorca del rey y la reina, incluyendo la recepción que concedieron, suma en Google poco más de medio millón de entradas, con abundancia de noticias de medios locales y nacionales y apenas ninguna referencia a cargo de internacionales. Mientras que la ida a la isla del oeste de Clooney y su esposa mereció más de 2,5 millones de referencias googlísticas, en porción abrumadora aportadas por cabeceras de todo el mundo más allá de España. ¿De veras Felipe y Leticia nos suponen tanto y tanto como se dice?
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