No cabe duda de que el catalanismo ha recuperado terreno. Todas las tonterías anticatalanistas de José Ramón Bauzá van a quedar en nada. Lo cual, por otro lado, demuestra hasta qué punto gobernar sólo para sí mismo y un pequeño grupo de adeptos, por fanáticos que éstos sean, es una grave equivocación. La que cometen siempre los malos políticos. La de olvidar que es mejor conseguir mediante la negociación algo de lo que uno desea que apostar fuerte por todo y quedarse con nada. Todos esos fanáticos, como el mismo Bauzá, nunca encajan bien en la democracia. Porque ésta se basa no en la pasión irracional que ellos irradian sino en la lógica y la actuación con sentido común, las cuales estám en la moderación y el pragmatismo. Claro: ahora se dirá del otro lado que los fanáticos han tomado el gobierno regional. Ni por asomo. La reintroducción del mínimo catalanismo de sentido común no es más que lo que existía antes de la arrolladora alucinación de Bauzá. Y, por cierto, todo, absolutamente todo lo que existía era y es debido a la iniciativa política del PP. Desde los grupúsculos radicales se argumentará que el nacionalismo controla el gobierno de Francina Armengol. Sin embargo, un análisis del mismo ha de concluir por fuerza que nunca el nacionalismo ha estado tan débil en Baleares. Es verdad que Armengol es nacionalista, pero no así su partido y, como de tonta no tiene un pelo, sabe muy bien que los vientos que soplan hoy en día le aconsejan moderar sus convicciones personales para ajustarlas a las exigencias socialistas. Las cuales le llegan desde su central en Madrid que ve con creciente espanto todo lo relacionado con Cataluñ y el nacionalismo en general. Tampoco es nacionalista Podemos, la segunda fuerza de la actual mayoría parlamentaria que sostiene al gobierno regional. Y donde se ve mejor el declive nacionalista es en Més. Si el lector afina el oído notará cómo sus dirigentes ya no usan jamás la palabra “progresista” para referirse a sí mismo. No. Ahora son “de izquierdas”. El matiz es importante porque revela un cambio que por sutil en su movimiento de superficie no deja de ser intenso en el fondo. El PSM, partido inmensamente mayoritario de Més, ha olvidado lo del eje ideológico nacionalismo-no nacionalismo para apostar ahora sin atisbo de duda por el de izquierda-derecha. Muy lejos queda, tanto que ni siquiera se percibe ya ni el eco, lo del experimento de unirse con Unió Mallorquina, ERC y Entesa en la coalición nacionalista de 2008, uno de los grandes fracasos electorales del PSM. Significativamente, en la asamblea del otro día de Més, se confirmó que de ir a las elecciones generales con el PI nada de nada. Con el nuevo gobierno balear habrá recuperación catalanista, hasta lo que dé de sí el sentido común, pero no más nacionalismo, una ideología que empieza a diluirse por primera vez en la historia autonómica balear.
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