Ciudadanos, el partido españolista de Barcelona, ha impuesto al número 1 de la formación en Baleares, Xavier Pericay, siguiendo así la tradición de los cuneros, los candidatos que se imponían en las provincias en los tiempos de la Restauración por parte de las centrales de los partidos Conservador y Liberal. Nunca se han atrevido a tanto las direcciones generales de PP y PSOE. Lo cual es un dato revelador de cómo funciona el partido de Albert Rivera. Y después dicen que conservadores y socialistas son poco democráticos internamente. Además, Ciudadanos ha optado en las Islas por un perfil radical y extremista en cuestión de lengua, al modo ultraderechista del Círculo Balear. No es baladí que la falange política de esta organización ultra, Vox, haya decidido no presentarse a las elecciones, precisamente para no dañar al partido catalán. Y no ha pasado esto porque sí, sino porque talmente se ha forzado por parte de los ultras. Desde la izquierda y el nacionalismo se entiende que esta posición tan extremista de Ciudadanos le va a perjudicar, que no va a tener tantos votos como podría haber tenido en caso de una posición ideológica más normal. Lo dudo. En realidad, con Ciudadanos pasa igual que con Podemos. Que se le votará al margen de lo que digan sus dirigentes, sus programas y de cualquier otra consideración que no sea votar contra los partidos en relación a los cuales hacen de escoba: PP y PSOE/EU, respectivamente. De ahí su valor al alza. También desde luego es un riesgo para estas formaciones. Pero un riesgo de futuro. Y en política lo que cuenta en la inmediatez. Ciudadanos tendrá, en fin, los votos que sea que tenga sin que le afecte para nada el delirio anticatalanista del que hace gala. Lo cual, al cabo, puede ser letal para el PP, aunque parezca lo contrario. Es verdad que José Ramón Bauzá anhela que los escaños ultra le basten para seguir gobernando. Y podría ser que así fuera. Sin embargo, si ya durante esta legislatura los conservadores han sido sacudidos por las tonterías lingüísticas del presidente, en caso de que éste se entregue a los más radicales de Ciudadanos en la próxima bien podría romper su propio partido. Debe ser en lo que confía el PI para ganar el futuro. Una esperanza que no puede tildarse de vana.
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