Se ha desatado una locura colectiva con Podemos. Unos, porque lo ven como el milagro rojo que esperaban. Otros, por lo mismo pero al revés: temiéndolo y abominando de él. Entre estos últimos está buena parte de la ultra derecha mediática que desde el día después de las elecciones europeas se lanzó a montar una campaña infame –y en ella sigue- contra su líder, Pablo Iglesias, y el partido. Hasta de etarra, le han acusado. A ver, defender que existe un conflicto político vasco que debe ser solucionado mediante un acuerdo político lo ha hecho la izquierda siempre. No el PSOE, ciertamente. Pero sí el resto. Que es mucha. Por tanto, no han descubierto la luna los que “acusan” –todavía no sé de qué- a Iglesias por decir algo que por otro lado no tiene ningún mal defender. Ni tampoco existe nada que demandar en el hecho de que se haya reunido con grupos cercanos al nudo batasuno, pues lo mismo han hecho los del PSOE, IU, PP… Todos, en fin. Los otros, los enamorados de Podemos, ven en su irrupción una nueva izquierda. No lo es en absoluto. Al menos no en su ideario. Que es el comunismo de siempre disfrazado de cierta modernidad en las formas, especialmente las mediáticas. Esto sí que es nuevo. Que canales televisivos de propiedad de grupos y personas muy derechistas, como Cuatro y La Sexta, den cobertura máxima y protejan una opción de ultra izquierda. ¿Con qué fin? Pero esto aparte, no es extraño, y a nadie debe sorprender, que los “poderemos” –¿”poderistas”?, ¿pudientes?...- defiendan regímenes dictatoriales comunistas como Cuba y con ansias totalitarias como el venezolano. Lo mismo hacía Izquierda Unida con la perversidad comunista soviética. Y todavía hoy día, tras más de dos décadas del feliz derrumbe de la monstruosidad de Rusia, Cayo Lara, camarada secretario general, o algo así, de IU, defiende cuando tiene ocasión el comunismo, la misma aberración que si otro defendiera el nazismo o el fascismo. Y se queda tan pancho. Ni los críticos ni los fieles parecen conducirse con un mínimo de sentido común. Podemos puede ser todo lo que quiera, e incluso mucho más. Pero su éxito no radica en nada de todo ello. Sino, como en Cataluña la idea de independencia, en la habilidad en saber aprovechar lo que le han ofrecido para hacer cuajar que son la esperanza para una parte de la gente de izquierdas. Al margen de liderazgo, opiniones, ideología y cualquier otra cosa, esto es Podemos: una esperanza. Aunque también es cierto que las esperanzas son peligrosas. Ya saben ustedes: cuidado con lo que deseas, se puede convertir en realidad.
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