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Huelga lánguida

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El movimiento de profesores está languideciendo. Era lo que se podía prever. El seguimiento del día único de huelga “indefinida”, un viernes aislado, fue un enorme fracaso. No solamente por los efectivos de brazos cruzados, apenas la mitad, según el STEI, sino, sobre todo, por la mínima activación de la protesta ante la asamblea de alcaldes. Ni un tercio de los que se congregaban ante el Parlamento cada martes. ¿Qué está pasando? Pues que quien decidió la huelga indefinida como primera medida de presión no tenía por objeto ganar la huelga. Lo dijo Lorenzo Bravo en una radio: “esto no es una huelga convocada por un sindicalista”. La crítica era nítida para sus compañeros de educación de la UGT y para el resto de sindicatos. Y en especial estaba dirigida a la Asamblea de Docentes, un ente que al estilo del 15-M y de cualquier otro por el estilo, supuestamente asambleario y autogestionado, tenía otros objetivos en lugar de los confesados. Porque una lucha sindical se gradúa. Ésta no. Lógico porque no era lo importante lo que se decía. Esta movilización de los profesores ha tenido todos los síntomas de la agitación política. Ha buscado mucho más la foto que la verdadera consecución de los objetivos supuestamente reivindicados. Lo que importaba era parecer que se iban a conseguir y no obtenerlos. Tras el éxito mediático de la manifestación del 29 de septiembre, y luego de quince días de huelga “indefinida”, se buscaban excusas desesperadamente para definirla como acabada. Una semana más y sin obtener nada volvieron a clase. Luego convocaron a un día de huelga el viernes 8, a la vez que la Asamblea hizo público que lo que desea es que todas las clases sean en catalán, tal y como el PP siempre dijo que era de lo que se trataba y por eso definió la huelga como “política”. Ante estas nuevas circunstancias, la mayoría de docentes ha dado la espalda al movimiento. Normal. ¿Ha ganado el gobierno de Bauzá? La huelga sí, a la vista está y nadie puede negarlo. Sin embargo su TIL no se aplicará. Contra los que tienen que ponerlo en práctica es imposible implantarlo. Claro que esa “insumisión” que se ha anunciado será otro tremendo fracaso, porque toda insumisión implica actuaciones ilegales que la inmensa mayoría de profesores no perpetrarán, pero hay muchas maneras de boicotear dentro de la más estricta legalidad. En cuanto a la parte de lucha sindical, que es la esencia de esta guerra del TIL, la Asamblea impulsó la huelga para cargarse al STEI. Cuando la Asamblea se convierta –si es que lo hace- en sindicato y se presenta como tal –o como órgano alternativo con firmas suficientes, si es que así es posible, que no lo sé- a las próximas elecciones sindicales veremos si ha conseguido su objetivo verdadero. Para evitar el desastre, el STEI se ha radicalizado y se muestra tan huelguista por nada como la misma Asamblea. A la fuerza ahorcan. Por la banda estrictamente partidista del asunto, si alguien se cree que el TIL va a mover un voto a favor o en contra del PP es un ingenuo o está muy mal informado sobre cómo funciona la intención de voto. Otra cosa es que hasta ahora al PP le esté saliendo muy bien todo esto, porque con la ayuda inestimable de Francina Armengol está situando al PSOE dónde quería tenerlo. Aunque Aina Calvo parece que se ha dado cuenta y quiere dar otro rumbo a su partido. Claro que para eso tendría que ganar las primarias. Largo lo fiáis...

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