Entre llorar por la sangrante situación económica heredada y lanzar pichones para el tiro de catalanistas y anticatalanistas, el Govern de José Ramón Bauzá va pasando el verano preelectoral, tomando posiciones para el inicio del otoño ya directamente electoral. Nada mejor con que entretener al personal en este impasse caluroso: que si la lengua histórica tiene que ser mérito o requisito para trabajar en la administración (para la cual, por cierto, es dudoso que vayan a convocarse oposiciones en los próximos años). Unos exageran diciendo que así se acaba con el derecho a que se entienda al administrado que se dirige en lengua catalana a la administración –lo cual no es cierto porque la reforma legal prevé excepciones para todos los funcionarios que atienden al ciudadano- y los otros cacarean que así no se acaba debidamente con lo que ellos falsean: la “imposición catalanista”. En fin. Lo de siempre. Los extremos que de cada vez están más hermanados y Bauzá que pasa meses con esto, y con el lloro por la caja de caudales vacía, a la espera de superar las elecciones. Luego empezará en serio a gobernar. O al menos se supone. A ver si es verdad, que ya va siendo hora.
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