Desde hace más de un año Juan Carlos de Borbón goza de un envidiable estado de salud, según reza el mantra político y mediático al uso. Incluso él mismo riñó a unos periodistas por dudar de tal consigna de Estado. Gracias a este sin par estado de forma el Rey apenas se deja ver, anda con dificultad, pasea una preocupante pinta enfermiza y se ha retirado de las barcas y demás actividades agosteñas en Mallorca, como hemos podido ver estos días en sus microvacaciones en Palma. En lo que se nota que tiene todavía ánimo es en hacer entrar en vereda a su descendencia y asociados por vía consorte, que se odian más que se hablan, pero que este año, por primera vez en tres, se han tenido que dejar fotografiar, ¡y sonriendo!, todos juntitos. Incluso la de te-crees-tú-que-esto-son-vacaciones ha tenido que venir a posar con cara amable y huesos a la vista. Ella, nuestra Leti, la infiltrada que sin duda nos alumbrará la Tercera República.
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