Por ajustada mayoría, pero mayoría al fin y al cabo. El Tribunal Constitucional nos renueva así la satisfacción de vivir en un país democrático. Donde por mucho que aúlle la extrema derecha, no se puede –a pesar de esos siniestros votos contra la libertad- condenar preventivamente a una coalición preelectoral por lo que quizá pueda hacer en el futuro. Ya debió participar Sortu. Ha sido Bildu. Bien está. Así debe ser. Si por Mayor Oreja fuera, acompañado de los profesionales del victimismo organizado sedientos de beber su cuarto de hora de gloria mediática, el nazismo violento vasco nunca se acabaría. Los extremos, ya se sabe. La ultraderecha es así. La justicia sólo lo es si le favorece, si no: corrupta. Y ahora toca la tontería de la conspiración para acabar con la sacrosanta unidad española. Deberían abrir un poco los ojos. Mirando a Escocia, por ejemplo. A eso se le llama democracia. Es por demás: ellos la odian tanto como la temen.
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