La TDT debía suponer una enorme y plural cantidad de oferta televisiva. Además de recibirla en excelentes condiciones. Han pasado siete meses, y en este agosto vacacional he podido comprobar que entre lo dicho y la realidad hay un trecho de dimensiones colosales. La recepción no es tan buena como se aseguró en su día, y no debo ser el único que lo sufre puesto que otras personas me han contado lo mismo. En cuanto a la cantidad, pues qué quieren que les diga: sí hay más pero de casi los mismos operadores de siempre con los mismo productos de siempre. La única novedad reseñable es la oferta televisiva de ultra derecha, en la que se expande el odio a todo lo diferente, en la que se miente –casi siempre con el catalán como objetivo prioritario- tanto como se quiere y que por lo visto ha resultado tener una apreciable audiencia. No sé si será un gran avance. Cuanta más oferta y pluralidad, mejor. Pero que se agrande la oferta únicamente para tener televisiones de ultraderecha en las que huelga la pluralidad, poco avance me parece.
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