El anuncio del impuesto especial a los ricos no se ha concretado. A pesar de que Zapatero lo dio por hecho, el día fijado no lo impuso. Bien está que quien más tiene más pague. Es lo justo. Lo que no tiene pies ni cabeza es que se anuncie un impuesto, que los ministros no coincidan en su necesidad, que el presidente lo dé por hecho y al cabo de 24 horas se decida no imponerlo –sin explicar el por qué-, dejándolo para el futuro y diciendo que será “temporal”. ¿Un impuesto temporal? Los impuestos no son solidaridad –ésta es voluntaria o no es-, sino la forma de redistribuir la riqueza. No pueden estar sujetos a la veleidad: ahora sí, ahora no, ahora puede, quizá algún día pero sólo durante un poco de tiempo Y todavía menos puede pretenderse usarlo como mero recurso de imagen –izquierdista: quitar a los ricos.- de un gobierno que está contra las cuerdas y que demuestra casi a diario que no sabe más que improvisar.
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