Existen muchas formas de hacer política. Carlos Mazón, por ejemplo, ha decidido mirar hacia otro lado y morir con las botas puestas. Sus frivolidades y sus graves errores en la gestión de la DANA –que ha destrozado Valencia y ha segado la vida de 217 personas– han agotado su crédito al frente de la Generalitat. Lejos de hilvanar un relato convincente, Mazón se ha aferrado al cargo y se ha escudado en la excepcionalidad de la gota fría para sacudirse cualquier responsabilidad.
Pleno monográfico.
Durante un pleno monográfico celebrado en Les Corts Valencianes, Mazón culpó al tráfico de su exagerado retraso a la reunión de coordinación de Emergencias y también eludió hablar del almuerzo con una periodista al que dedicó más de tres horas el día de la catástrofe. Su largo discurso estuvo repleto de medias verdades, imprecisiones y contradicciones, aunque al final pidió disculpas. ¿Por qué no hacerlo al principio? «Si no soy capaz de liderar la recuperación, no optaré a la reelección», advirtió el político durante su intervención.
Enrocado en su estrategia.
Mazón, enrocado en su estrategia de defensa, atacó una vez más a la Aemet por sus previsiones meteorológicas imprecisas y, sobre todo, a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) por su «apagón informativo» sobre el barranco del Poyo. En su estrategia de resistir y permanecer al frente de la Generalitat Valenciana a toda costa, el ‘popular’ anunció la creación de una vicepresidencia para la recuperación económica y social, que coordinará las labores de reconstrucción. Inmutable ante la presión, es evidente que el presidente tiene claro que necesita ganar tiempo y seguir tejiendo una nebulosa para resistir en la Generalitat. Su principal problema es que la mayoría de los valencianos tardará en olvidar los terribles sucesos del 29 de octubre.