Cuatro municipios de Mallorca pierden más de la mitad del agua que suministran a través de sus tuberías. Se trata de Campos (que desperdicia el 70 por ciento del líquido), Esporles (el 60 por ciento), y Artà y Consell (con fugas en el 50 por ciento). En Palma cada año se despilfarran más de 8 millones de litros de agua potable debido a fugas, lo que supone que podrían llenarse 329 piscinas olímpicas. Son datos, sin duda, alarmantes, que han provocado que el Govern y el Consell sumen esfuerzos para contener estas pérdidas de recursos hídricos. No hay que olvidar que algunos municipios de la Isla ya imponen en verano ciertas restricciones en el suministro de agua. El panorama, en este sentido, es más que inquietante. El cambio climático, que es una realidad a pesar de los intentos de algunos negacionistas por restarle importancia, afectará cada vez más al Archipiélago, con un aumento de las temperaturas y una escasez de lluvias cada vez más preocupante. La formación de DANAS, repentinas y muy destructoras, serán cada vez más frecuentes.
Concienciación.
Llegados a este punto, pues, es necesario que la sociedad se conciencie de que el agua es un bien muy escaso y que cualquier fuga tiene que ser atajada antes de que se perpetúe, como ocurre en algunos tramos de canalizaciones. Pero esa concienciación tiene que ir de la mano de actuaciones contundentes por parte de la Administración.
Reparar los conductos.
Pero no todo son datos negativos. Palma ha pasado de desperdiciar un 26,36 por ciento del agua que suministraba hace 24 años a un 21,06 por ciento en el último balance de 2023. No es un recorte de las fugas drástico, como el de 2017, cuando el porcentaje bajó al 13,75 por ciento, pero evidencia que los políticos están trabajando en esta problemática y reparando los conductos antes de que sea tarde.