Los submarinistas de los GEAS (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas) de la Guardia Civil extrajeron este miércoles del fondo del puerto de Cala Rajada dos cañones de más de 200 años de antigüedad, que podrían haber pertenecido a la Armada española, aunque tampoco se descarta que estuvieran en embarcaciones holandesas o francesas. En cualquier caso, se trata de dos piezas históricas que corrían el riesgo de ser expoliadas por desaprensivos que después las venden a oscuros coleccionistas y que causan un daño irreparable al patrimonio marino de las Islas, que durante décadas ha sido desvalijado. La sustracción, por ejemplo, de ánforas romanas llegó a convertirse en todo un clásico años atrás y en muchas casas se exponían estas piezas. Hoy en día, afortunadamente, los particulares son conscientes de que no pueden expoliar impunemente las aguas mallorquinas, lo que no quita que existan mafias organizadas y buceadores sin escrúpulos.
Faltan medios.
El Consell de Mallorca tiene cartografiados los hallazgos marítimos de los últimos años, algunos de los cuales continúan en el fondo del mar, por la imposibilidad de rescatarlos. Y la Benemérita, por su parte, realiza inspecciones periódicas en estos pecios para controlar que no han sido visitados por ladrones. Sin embargo, los agentes tienen escasos medios humanos y materiales para poder proteger todo este rico patrimonio.
El mercado de internet.
Un problema añadido es que internet ha abierto posibilidades inimaginables a los coleccionistas y saqueadores de estos objetos históricos, que pueden venderlos al mejor postor en cualquier lugar del mundo, y cuyas pujas alcanzan cifras importantes, a veces astronómicas. El control de las redes sociales, en este sentido, es clave para prevenir a los ciberdelincuentes y sus actividades ilícitas.