El Govern, a través de su portavoz Antoni Costa, confirmó este jueves que de momento los buses del TIB, el metro y el tren seguirán siendo gratuitos, aunque la medida está condicionada a lo que decida el Gobierno central de Pedro Sánchez. Se trata de una medida que va en sintonía con las políticas de transporte europeas, pero que contrasta con la que ha decidido el Ajuntament de Palma, cuyos autobuses de la EMT volverán a ser de pago. En un momento en el que el cambio climático parece imparable y sus consecuencias pueden llegar a ser aterradoras a medio plazo, potenciar el transporte público se antoja como una herramienta válida para que los ciudadanos utilicen menos el coche y se reduzcan los niveles de contaminación. Además, la gratuidad en el transporte público es un gran alivio para familias vulnerables, con escasos recursos económicos.
Atascos desesperantes.
En Palma y el resto de la Isla, la circulación es caótica durante gran parte del año, en especial en temporada turística, con la vía de cintura colapsada a todas horas. Sin embargo, no parece que las medidas anunciadas durante las últimas semanas -en este caso por parte del Consell- de deslimitar la velocidad a 80 kilómetros de hora en el cinturón y eliminar el carril VAO sean soluciones que aporten demasiado. En París, Londres, Madrid y las principales capitales europeas se están diseñando ciudades cada vez menos contaminadas, donde los vehículos tienen accesos limitados. Cort parece haber elegido otra dirección.
Valentía política.
El debate crucial sobre la movilidad en las grandes urbes debe ser abordado desde una perspectiva de futuro, que tenga muy en cuenta el medio ambiente y los retos que plantea el cambio climático. Y todo ello debe acompañarse con políticas valientes y decididas de los dirigentes, que apuesten por reducir las emisiones y por un transporte público en condiciones que supla, poco a poco, al vehículo privado.