Vox introdujo ayer un giro relevante en la incertidumbre que han abierto los resultados de las elecciones generales del 23-J al manifestar su disposición a apoyar la investidura de Alberto Núñez Feijóo, pero sin exigir entrar en el Gobierno. La formación de Santiago Abascal afirma que «no seremos un obstáculo para evitar un Gobierno de destrucción nacional» y argumenta su renuncia a estar en el Consejo de Ministros en impedir un Gobierno del PSOE de Pedro Sánchez «con los enemigos de España». La reacción del líder del PP consistió en calificar de «avance en el ámbito del constitucionalismo» y afirmó que buscará «un acuerdo amplio y constitucional» para poder gobernar en solitario. De materializarse esta opción, Feijóo aplicaría en La Moncloa un modelo similar al Govern Prohens, hacia al que se dirigen ahora las miradas del PP, porque en Balears ha sido investida presidenta la candidata del PP, con el apoyo parlamentario de Vox, pero ha logrado formar un Ejecutivo autonómico integrado únicamente por consellers del PP. Eso sí, hubo que sellar un acuerdo programático y entregar la presidencia del Parlament a la formación de Abascal.
El PSOE quiere formar gobierno.
El PSOE, a través de su portavoz en el Congreso, Patxi López, criticó al PP y a Feijóo y aseguró que «les importa poco lo que firman y el precio que pagan con tal de estar en el poder». Afirmó que «es una obligación política, pero también ética y democrática» que el PSOE forme un gobierno «que haga crecer la economía para generar empleo de calidad y para repartir los beneficios de ese crecimiento de manera justa». Feijóo reiteró que «es necesario un partido para un gobierno y no 24 partidos gobernando en España».
Verano político caliente.
El paso a un lado de Vox obligará ahora a pronunciarse a otras formaciones que habían expresado su rechazo a apoyar la investidura de Feijóo ante la entrada de ministros de Abascal en el Gobierno. Un verano político caliente que depara nuevas sorpresas.