La negativa a aprobar el plan director de Son Sant Joan por parte del Ajuntament de Palma impide autorizar el hangar de mantenimiento solicitado por la compañía Ryanair, un proyecto que no supone la ampliación de las actuales instalaciones –reutilizaría las ya existentes de Globalia y otros anexos– además de generan centenares de puestos de trabajo de alta cualificación para la industria aeronáutica. Una iniciativa de estas características dotaría de un enorme valor añadido al aeropuerto mallorquín, uno de los más importantes de España y Europa por su volumen de tráfico de pasajeros. Cabe añadir que la compañía Ryanair es una de las piezas básica para la conectividad aérea internacional de la Isla durante todo el año.
Dos organismos a la greña.
La entidad gestora del Son Sant Joan, AENA –ente autónomo de titularidad estatal–, y el Ajuntament de Palma mantienen claras diferencias estratégicas con respecto a su papel social. Mientras AENA trabaja en la prestación de servicios aeroportuarios, obligada por el marco jurídico nacional y europeo, desde Cort –en este caso el departamento de Urbanisme– se intenta por todos los medios posibles entorpecer esa labor con el pretexto político de colaborar en el freno a la llegada de más turistas. Las consecuencias de esta falta de coincidencia de objetivos las acaban pagando los ciudadanos de manera indirecta perdiendo un proyecto tecnológico de primer nivel.
Revisar los papeles institucionales.
El boicot que se realiza desde el Ajuntament de Palma al aeropuerto es ridículo, lo que ocurre con la presencia de la Policía Local es buena prueba de ello, además de acabar perjudicando al conjunto de la sociedad mallorquina. El peso que deben tener las instituciones de Balears en las decisiones de AENA no se abordará en Palma, el foro de debate está en otros ámbitos políticos; aquí y ahora se trata de dar y mejorar el servicio aeroportuario a todos.